lunes

18, 19 y 20 de Agosto de 2010

Estos días han sido muy raros en Kalafong. Kalafong es el nombre del hospital en el que trabajo, donde está el centro residencia de los niños. No sé si las noticias habrán llegado a España pero aquí las cosas no van muy bien y las quejas son cada vez mayores. Sobre todo de los trabajadores y con razón. Salarios mínimos, prestaciones sociales pésimas, condiciones (sobre todo el hospital) horribles y estabilidad laboral inexistente.

Por eso, después de más de un año de conversaciones con el gobierno, ante la infructuosidad de tanta charla y pocas soluciones, ha habido una huelga general de funcionarios en los hospitales y en los colegios. Por favor, cuando digo huelga general no os imaginéis ese bonito derecho que tenemos en Europa como es el derecho a la huelga. Los servicios mínimos son inexistentes y el derecho a conservar el trabajo más de lo mismo. Resultado: los niños no van al colegio (50 niños en el centro 8 horas al día..casi me da algo!) durante esos días, después de haber perdido más de 20 días de cole el mes pasado con lo del mundial de fútbol.

Es curioso como el hospital estaba vacío, cuando normalmente es un hervidero de gente, gritos, ruido etc..Yo estaba encantada hasta que me dijeron que cuando hay huelga el hospital literalmente cierra sus puertas pase lo que pase. Los militares intentan suplir la falta de servicios con hospitales de campaña, sin embargo el porcentaje de incidencias que pueden cubrir es muy bajo. El viernes me contaron que dos bebés murieron esta semana en el pabellón de pediatría porque no había ninguna enfermera para asistirlos. Horrible.

Por resaltar algo curioso y más agradable os cuento cómo los piquetes funcionan exactamente igual que en España, bloquean la puerta y te abuchean si entras a trabajar al hospital. Tuve que explicar 20 veces que soy voluntaria y que no tengo el derecho a declararme en huelga. Por otra parte las manifestaciones a la salida y entrada del hospital eran increíbles. Aquí cantan y bailan como forma de manifestación. Yo estaba entusiasmada claro, viendo a cientos de mujeres africanas ataviadas con trajes tradicionales y cantando y bailando como locas. Hasta que me contaron que esas mismas canciones que a mí me encantaban son canciones de guerra. Eso ya no me hizo tanta gracia.

Por último el viernes tuvimos una visita muy importante en Mohau. La alcaldesa de Pretoria vino a visitar a los niños. Qué ironía, el hospital cerrado y protestas en la calle y la mujer viene a ver qué necesitan los niños. Hubo rezos (la mujer vino con una sacerdote), speeches sobre cómo estos niños pertenecen a la nación y deben servir a la comunidad y por eso la comunidad cuida de ellos (les trajeron un montón de regalos). Me pareció muy irónico como el discurso era un tanto comunista, “niños pertenencia de la nación” pero a la vez les trajeron comida del McDonalds a todos. En fin, una manera fácil de comprarlos pero al menos pasaron una buena tarde. La alcaldesa vino con nada más y nada menos que 20 agentes de policía que estuvieron jugando con ellos toda la tarde. Quitando el discurso, estuvo muy bien.

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